1. Fortalecí mi cuerpo.
Toda mi vida había sido súper delgada, pero el año pasado subí de peso, mi cuerpo cambió su metabolismo y este 2019 lo empecé con varios kilos de más. Elegí amar mi cuerpo en vez de juzgarlo y poner manos a la obra para que estuviera saludable y en forma. Modifiqué mis prácticas diarias de yoga, pues llevaba meses haciendo yoga restaurativo, y armé secuencias de Vinyasa para bajar de peso y fortalecer mi cuerpo. Trabajé en ser constante y llevar mi práctica con disciplina, incluso en los días en los que no tenía muchas ganas de ir al tapete. En esos días aplico la técnica de Mel Robbins (5, 4, 3, 2, 1… ¡hazlo!). El resultado: ahora mi cuerpo está más fuerte que nunca y me siento muy bien.
2. Aprendí a comer mejor.
A principios de año decidí prestar más atención a mi cuerpo y la alimentación es básica. Aprendí más sobre nutrición y comida saludable. No con la intención de tener un cuerpo de portada de revista ni buscando la dieta de moda. Sin ponerme etiquetas y recordándome no juzgar mi cuerpo, decidí nutrirlo y darle lo que necesita. Tuve el apoyo de una súper nutrióloga (@anamari.nutrition) que me enseñó sobre porciones y dieta equilibrada y me he dedicado a elegir mis alimentos en conciencia.
3. Mi pareja es mi fortaleza.
Otro año juntos. Haciendo equipo. Nuestra fuerza crece porque estamos juntos y estando juntos nos nutrimos y nuestro amor crece día con día. Mau es el mejor compañero para mí y todos los días agradezco el privilegio de estar juntos disfrutando la relación que tenemos.
El matrimonio puede ser hermoso. Hace años tenía dudas, no estaba con la persona correcta, no me sentía plena, sospechaba que podía haber algo mejor. Y mis sospechas eran ciertas. No hay por qué conformarse. Como dice Rumi, lo que buscas, te está buscando.
4. Estamos todos juntos de nuevo.
Este año lo empezamos todos juntos. Tenemos cuatro perros que para nosotros son parte de la familia. Cuando nos vinimos a vivir a Finlandia, no pudieron venir los cuatro con nosotros, sólo dos. Un año después llegó Milo y en enero de este año trajimos a Lumi. Es un regalazo poder estar todos juntos de nuevo.
5. Conocí Access Consciousness®
Haberme certificado como Access Bars® Practitioner y entrar al mundo de Access Consciousness es una de las mejores decisiones que he tomado. Todo llega en el mejor momento para ti, puede haber ya estado en tus narices, pero sólo podrás verlo cuando estés lista. Desde hace tiempo había escuchado de las barras, pero mi atención estaba en otra cosa (no era mi momento) y cuando descubrí que había una certificación en Tallinn, Estonia y leí e investigué más, me llamó con fuerza. Sentí que tenía que ir y probar por qué tanto alboroto con la técnica. Rebasó mis expectativas. Totalmente. Fue un parteaguas: algo que he integrado a mi día a día y a mi práctica como terapeuta. Los últimos meses he seguido estudiando y tomando más cursos, convencida del poder que tienen los procesos corporales y las herramientas de Access.
6. Conocí lugares nuevos.
Ese fue uno de mis deseos para este año. Aunque no definí qué lugares, sí le pedí al Universo que me diera la oportunidad de viajar y conocer lugares nuevos. Y estuvimos en lugares realmente especiales. Viajamos a Islandia, uno de los sueños de Mau, y a Hungría, uno de mis sueños desde adolescente. Y para cerrar el año con broche de oro, conocimos Singapur, que fue un regalo totalmente inesperado.
7. El movimiento me dio más equilibrio emocional.
No somos seres sedentarios, aunque ahora la mayoría actúe como si lo fueran. Nuestro cuerpo está creado para moverse. De este lado del mundo, el invierno invita a reducir la actividad física, pasamos mucho menos tiempo afuera por el frío y es muy fácil entrar en el mood de hibernar. Y además del frío, está la oscuridad. Hay semanas en las que no vemos el sol. Amanece a las 9 de la mañana, se hace de noche a las 3 de la tarde. Y esas pocas horas que quedan de “día” todo está tan gris y nublado que parece de noche y necesitas tener las luces encendidas. Se siente como estar en una noche eterna. Y saca de onda. Este año elegí el movimiento. Le di más importancia a mi práctica de yoga y a mi compromiso de llegar al tapete todos los días. Esa disciplina y ese compromiso conmigo de darle movimiento a mi cuerpo físico sin importar la oscuridad ni el frío, sin importar si tenía ganas o no… me regaló no sólo fuerza física sino también mejor humor y fuerza emocional.
8. Lancé mi podcast
Este año me animé a hacer mi podcast, Amor en acción. Y me ha sorprendido lo que esos audios que grabo estando sola en mi departamento tienen como respuesta. Agradezco poder trabajar haciendo lo que me gusta y sirviendo un propósito muy claro: ayudar a que otros tengan un corazón contento y una mente en calma. Hace unos días falleció Ram Dass y leí una de sus frases que me resonó hasta el tuétano: Me gustaría que mi vida fuera una declaración de amor y compasión —y donde no es, ahí es donde está mi trabajo.
* Lo puedes escuchar en Spotify, Apple / Google Podcasts.
9. Vencí miedos.
Este año decidí aventarme a hacer varias cosas. Todo está en nuestros pensamientos y en cómo “creemos” que “son” las cosas. Cuando soltamos las creencias y nos abrimos a las posibilidades, es cuando las cosas nuevas pueden ocurrir. Una de las cosas que me animé a hacer, fue inscribirme y correr mi primera carrera (en el Episodio 12, Desmantela tus creencias limitantes, cuento qué tuve que desaprender, qué me frenaba y cómo podemos desmantelar esas creencias que nos limitan). Aprender a cuestionarnos constantemente y a vivir en la pregunta es clave para poder avanzar con más libertad y más abiertos a las posibilidades.
10. La importancia de la conexión
Empecé este año en México rodeada de personas que amo. También tuve reencuentros con amigos muy queridos a lo largo de 2019. Y fue hasta este año (nuestro tercer año en Finlandia) que podemos decir que encontramos verdaderos amigos. Puedes conocer mucha gente pero sólo con algunas personas logras tener una conexión especial, esa sensación de conocer a alguien de toda la vida y de estar súper cómodo en su presencia, poder compartir no sólo tiempo sino también gustos, intereses, experiencias. El ser humano es un ser social por naturaleza. Necesitamos comunidad y conexión. Y me siento súper afortunada de contar con nuevos amigos, de poder seguir cultivando la conexión con las personas que quiero y que están lejos, y de poder conectar con gente de muchos lugares a través de mi trabajo.
11. Nueva aventura en puerta
Estamos a un par de meses de mudarnos de nuevo y de empezar una nueva aventura en un nuevo país. Después de tres años en tierra nórdica conectando con la naturaleza, en marzo nos vamos a Singapur. Hacerlo implica salir de la zona de confort. Pero elijo enfocarme en lo emocionante que es, abrirme a las posibilidades y confiar en la Divinidad. Si nos lleva para allá, es para mejor. Todo cambio es para bien.
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